Don Carlos, infante de España.

 


Amor imposible, lucha de valores, traiciones, tramas y subtramas... ¿Se trata de una telenovela turca o del "Don Carlos" de Schiller? Nos encontramos ante una obra multidimensional que atrapa al lector en una red de misterios y maquinaciones que se suceden a una velocidad apabullante. Esta pluralidad de tramas es lo que impide que el lector se atragante con el texto romántico y disfrute mientras deduce las lealtades de un personaje u otro. Lo que no quiere decir que el texto sea aburrido y pobre, más bien al contrario; es tan rico y diverso que a veces es necesario leer con detenimiento y destripar palabra a palabra los versos. Así, Friederich Schiller consigue fusionar la belleza poética, el interés dramático y la defensa de los valores ilustrados en una obra que encarna los principios del Romanticismo.

El drama parece girar en torno a un amor imposible entre el infante Don Carlos e Isabel de Valois, mujer del rey y su madrastra. Esta relación no es sino la punta del iceberg, el engranaje que mueve al resto de la maquinaria (dígase tramas, subtramas, personajes, etc) de la obra. El verdadero conflicto que presenta Schiller enfrenta tradición y nuevas ideas, Antiguo Régimen e Ilustración, Contrarreforma y Reforma, padre e hijo, rey y heredero. Las tramas amorosas parecen ser un simple vehículo para llegar a este enfrentamiento final entre viejos y nuevos ideales. En palabras del mismo Don Carlos:

No continuéis, señora; he sido víctima de un prolongado y penoso sueño; he amado. Despierto ya; olvidemos lo pasado. He aquí mis cartas: quemad las mías y no temáis ningún arrebato por mi parte. Una llama pura alumbra mi ser; mi pasión es sepultada en la tumba y ningún deseo mortal compartirá de hoy más mi corazón. He venido a daros mi último adiós. ¡Madre mía! Reconozco por fin que existe una felicidad más grande que la de poseeros. - Don Carlos.

El genio de Schiller se muestra precisamente en este entramado de argumentos dramáticos que se complementan con la armonía de una pieza musical. De hecho, la obra recuerda a una pieza de Franz Liszt, compositor romántico, que destaca por la fusión de voces con melodía diferentes. Así, Liszt logra con cuatro voces unidas lo que no lograría con una sola: intensidad, musicalidad y emoción. La pieza se llama "Réminiscences de Don Juan" y recomiendo prestar especial antención al Grave.

Decía al principio que esta obra se ajusta a la perfección a los ideales y características del Romanticismo, algo que el lector podrá comprobar por sí mismo a través de la siguiente comparación. Si desenredadamos la trama y la reducimos a su forma más simple, nos daremos cuenta de que uno de los tópicos nos resulta bastante familiar (sobre todo si el lector es conocedor de otras obras románticas). En efecto, la dinámica del Marqués de Posa y Carlos se reproduce de forma similar en la novela de Víctor Hugo: dos amigos que buscan defender sus ideales hasta que uno de ellos se enamora perdidamente, el sacrificio del amor por esa lucha por la libertad... Enjolras y Marius mantienen esta misma dinámica en "Los Miserables" y, de hecho, parecen sacados del mismo molde que los personajes de Schiller. El extracto de la adaptación cinematográfica será suficiente para demostrar estas similitudes.











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