Hamlet


La tragedia de Hamlet es, sin duda alguna, una de las mejores y más reconocidas obras de William Shakespeare. No sólo contiene una trama llena de enredos y traiciones, como es la tradición shakesperiana, sino que constituye uno de los mejores retratos de la sociedad de la época. Las reflexiones filosóficas y concepciones sociales plagan la obra. Shakespeare logra mezclar el entretenimiento y la introspección de una manera sútil para construir una historia que es tanto de gusto popular como de interés analítico.

De esta manera, el famoso "ser o no ser" de Hamlet, que ha trascendido tiempo y espacio para convertirse en un dicho popular, forma parte de un soliloquio introspectivo en el que Shakespeare explora la cuestión del sufrimiento humano. ¿Por qué luchamos contra los obstáculos de la vida? ¿por qué simplemente no nos rendimos y dejamos nuestro destino en manos de la muerte? Esto es lo que se plantea la mente torturada de un Hamlet que ha llegado al límite de su dolor y que está considerando suicidarse. "La conciencia nos hace cobardes a todos". El miedo a la muerte es lo que nos obliga a seguir viviendo. La incertidumbre nos impide dar ese último paso. En palabras de Hamlet: "¿quién aguantaría cargas, gruñendo y sudando bajo una vida fatigosa, si no temiera algo después de la muerte, el país sin descubrir, de cuyos confines no vuelve ningún viajero, que desconcierta la voluntad y nos hace soportar los males que tenemos mejor que volar a otros de que no sabemos?".

Otros de los temas que Shakespeare pone bajo el microscopio son la amistad y el amor. Quizás lo más sorprendente de estas reflexiones no sea que se hallen engranados en una trama casi telenovélica sino que son preocupaciones tremendamente actuales. Las sospechas de Hamlet respecto a lealtad y el interés de sus supuestos amigos podrían haber correspondido a cualquier obra moderna e incluso a situaciones personales actuales. Cierto es que Shakespeare se expresa con mucha más belleza que la persona promedia hoy en día: "llámame el instrumento que quieras: aunque sepas restregarme, no me sabes tocar".

Como reflejo de la sociedad de ese momento podemos recalcar la influencia de el concepto de fisiognomía durante la obra. La idea de que toda emoción se muestra externamente a través de unos signos determinados y de que es posible reconocer y recrear esa emoción observando o imitando esos signos era una concepción generalizada en el momento. Esta creencia se muestra textualmente durante toda la obra, aunque con especial relevancia en los primeros actos. Así, Hamlet le instruye a Horacio que observe a su tío "con todo el juicio de tu alma" para descubrir si el acto teatral evoca en él un sentimiento de culpa.

La obra  de Shakespeare es, casi en su totalidad, una ventana que nos muestra una época pasada. Sin embargo, en el caso particular de Hamlet lo más destacable es, quizás, la creación de un prototipo de personaje principal. El melancólico es uno de los personajes estrella de esta época y, por lo tanto, se tenía una idea preconcebida de cómo debía escribirse y representarse. Así, Hamlet es un protagonista que admite su propia locura, que reconoce haber tenido alucinaciones y que excusa sus acciones adjudicándolas a su melancolía. Shakespeare no sólo crea un personaje que tontea con la locura y que desconfía de su propia realidad sino que además llega a representar ese desvarío con cierto humor y sátira. Por ejemplo: "¿Tanto tiempo? Pues entonces, que se vista de negro el Diablo, porque me voy a hacer un traje de marta... ¡Oh Cielos! Morir hace dos meses, ¿y todavía sin olvidar?...". La hipérbole se convierte en un recurso satírico que alivia la tensión del contenido, es una burla hacia su madre, su tío y el resto de la Corte. 

El desarrollo del personaje de Hamlet es uno de los mejores aspectos de la obra y lo que hace de él un gran protagonista. La moralidad es una preocupación constante de este personaje: ¿qué debe hacer?, ¿debe vengarse?, ¿es eso lo correcto? Se ahoga en las dudas y no es hasta que se encuentra con el ejército de Fortimbrás que decide vengarse definitivamente. Así, la lucha sinsentido que están a punto de emprender miles de hombres le sirve a Hamlet como recordatorio de su propio honor manchado. El trasfondo moral que ocupa a Hamlet toda la obra pasa relativamente desapercibido hasta este momento, en el que declara: "¡Ah, desde ahora, que mis pensamientos sean sanguinarios , o no valgan nada!". Es la fusión de la locura con la conciencia lo que conduce al personaje y le aporta una versatilidad impredecible.

A simple vista, Hamlet parece una obra que ofrece un entretenimiento fugaz al lector o a la audiencia. No obstante, los enredos y traiciones sólo forman parte de la superficie de un texto que esconde elementos más profundos. Hamlet te hace pensar sin darte cuenta, insertándote en una época desconocida con fluidez. En definitiva, Shakespeare logra con Hamlet la unión de la belleza  y la reflexión. 




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