La de Bringas

 



El otro día durante la cena, dos de mis amigos andaluces - un jieniense y un malagueño- se enzarzaron en un debate acalorado sobre qué provincia era la mejor productora de aceite. Parece una discusión superflua y de fácil solución, pero fueron casi veinte minutos de pullas mal disimuladas y argumentos cojos. A veces, el orgullo y el patriotismo nos mete en situaciones un poco rídiculas (solo hay que ver las peleas entre los aficionados del fútbol). Con miedo a que esta entrada se convierta en una de estas situaciones, me gustaría prevenir al lector sobre la tendencia escapista de cierto orgullo canario que puede llegar a entremezclarse con las palabras de esta entrada. Por supuesto, intentaré mantener la cabeza fría y ofrecer una perspectiva lo más objetiva posible (dentro de la subjetividad de este blog). Ruego perdón si, aún así, se me escapa algún que otro adjetivo calificativo.

Cuando se publicó, "La de Bringas" generó una avalancha de críticas que señalaban la obra como un fracaso de la tendencia naturalista. En realidad, el giro estílistico del autor tuvo origen en el movimiento francés y, en particular, en las novelas de Émile Zola. La idea era retratar la realidad de manera empírica: el escritor debía convertirse en un científico y describir hasta la más mínima variable. El resultado solían ser obras que compartían más semejanzas con estudios científicos que con novelas, por lo que no sorprende que el público se atragantara con la cantidad abrumadora de detalles y la falta de acción. Tal era el interés por aúnar literatura y ciencia, que estos autores introdujeron nociones científicas como el determinismo darwiniano a sus novelas. Los personajes de sus escritos están condenados a comportarse según su herencia genética, según su educación y/o según contexto. En "La de Bringas", esta teoría se refleja en la descripción de los comportamientos de los hijos: Alfosín busca y gasta el dinero como su madre; mientras que Isabelita es un rácana como su padre y acumula todo lo que le dan. Galdós mismo alude a este determinismo en la propia novela con una pregunta bastante inquietante:

No miremos con indiferencia el retoñar de los caracteres humanos en estos bosquejos de personas que llamamos niños. Ellos son nuestras premisas; nosotros, ¿qué somos sino sus consecuencias?

Recordará el lector que en la entrada de Larra recomendé la lectura de un poema de Quevedo titulado "Don Dinero" que, inesperadamente, le va como anillo al dedo a esta novela. "La de Bringas" pertenece a una serie de novelas que se conocen como el ciclo crematístico por tener como tema central  el dinero. Varios siglos separan el poema de Quevedo y la novela de Galdós de nuestra propia realidad y, sin embargo, el dinero sigue siendo uno de los principales problemas que preocupan al ser humano. Desde vestidos con eslóganes como "tax the rich" a películas de robos, cárteles o derrochadores; la riqueza sigue siendo uno de los motores principales del arte. La novela de Galdós es otra crítica al dinero y a las locuras que hacen las personas por conseguirlo o mantenerlo (aunque, desde luego, su crítica se asentaba en el marco de la Revolución Gloriosa y se enfocaba en la hipocresía e inutilidad de la burguesía). En cualquier caso, el tema de la novela, el dinero, mantendrá su relevancia y pertinencia a lo largo de los siglos y, si el lector no me cree, le suigiero que responda a la siguiente pregunta: ¿Dejarán algún día de remasterizar las pelis de Ocean's Eleven?

Añado aquí debajo una canción del grupo Obús porque creo que resume a la perfección la problemática del dinero en la obra de Galdós. 

Se me olvidaba decir que, por supuesto, la canción se titula "Dinero, dinero":



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