Artículos de Larra

 


No hace muchas horas, me encontraba al borde de la frustración ante la tarea de escribir una entrada sobre uno de los referentes que todo periodista conoce, o bien, debiera conocer, por mucho que su nombre se omita o ignore en muchas esferas sociales donde, quizás, el título de referente sea otorgado a otros autores. Se paseó, entonces, por mi cabeza una idea fugaz que me vió realizando un ejercicio literario como introducción a esta entrada. Un intento de imitar el estilo personal de este Mariano José de Larra que deja en mala estima a muchos periodistas actuales, aunque, ahora que escribo esta interminable espiral enredada, me doy cuenta de que la ilusión nubló a la razón y que el resultado no ha logrado ni ser el suelo que pisaban los zapatos de este gran periodista. En fin, siempre es mejor un experimento fallido que uno no llevado a cabo, o eso espero. 

Perdone el lector la mala impresión  de Larra que deja esta introducción y permita que le ponga remedio asegurándole que sus artículos superan con creces el inicial ejercicio fallido. He querido con esta introducción -si es que se le puede dar ese nombre- enfatizar el tono particular que adopta este autor en sus artículos. Los escritos de Mariano José de Larra siempre nacen de su experiencia personal, de las más normales interacciones u ocurrencias de su día y día. Lo interesante es cómo, de estos sucesos sin importancia, logra construir críticas elocuentes camufladas en personajes, diálogos o situaciones. Un gran ejemplo de este recurso se encuentra en el artículo titulado "Yo quiero ser cómico", donde las palabras que enuncia el joven aspirante a actor disfrazan los verdaderos pensamientos del autor:

- Y de educación, de modales y usos de la sociedad, ¿a qué altura se halla usted?
- Mal; porque si va a decir verdad, yo soy un pobrecillo: yo era escribiente en una mala administración; me echaron por holgazán, y me quiero meter a cómico porque se me figuta que es oficio en que no hay nada que hacer...
- Y tienen usted razón.

Este artículo, en concreto, recuerda a escenas de corte cómico que suelen aparecer mucho en películas que utilizan el rídiculo como herramienta para reír. Quizás podamos aventurarnos a hacer una comparación con las obras de Chaplin, famosas por saber expresar la crítica a través de las carcajadas. Este no es el único recurso en el arsenal de Larra, que, de hecho, parece poseer una fábrica de armas literarias. Entre estas armas podemos encontrar: la inserción del autor, la cotidianidad, el diálogo, la ironía, la sátira...

Los artículos de Larra son reliquias del antiguo periodismo que ahora se descarta en favor del sensacionalismo y los suscriptores. Cada vez menos gente lee el periódico -en parte, es verdad, debido a la invasión de las nuevas tecnologías- y yo me pregunto, si no será porque se ha rechazado este costumbrismo larriano para sustituirlo con el desapego científico que rellena las columnas de hoy en día. Los titulares ya aportan pruebas suficientes para demostrar esta idea, veáse abajo una comparación entre los títulos de Larra y los que se encuentran en El País:

Para terminar, me gustaría recomendar la lectura de un poema de Quevedo, "Don Dinero". Me parece que esta representación del dinero podrá ayudar al lector a familiarizarse con una sátira que adquiere mayor poder gracias a los recursos literarios que emplea el autor. Larra y Quevedo, cada uno a su manera, hacen uso de la literatura como vehículo para difundir sus pensamientos y críticas. Además, ambos logran divertir y entretener, una tarea díficil de por sí. Los artículos de Larra evocan, aunque de manera más sutil, los mismo sentimientos que transmite la sátira quevediana. Para ahorrar al lector trabajo, facilito un extracto del poema:

Es Galán y es como un oro,
tiene quebrado el color;
persona de gran valor
tan cristiano como moro;
pues que da y quita el decoro
y quebranta cualquier fuero,
poderoso caballero
es don Dinero.


 

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