El Casamiento Engañoso y el Coloquio de los Perros

 



"El casamiento engañoso" y "El coloquio de los perros" son las dos novelas que cierran el ciclo de las novelas ejemplares escritas por Cervantes. Indudablemente entrelazadas, conforman un relato que es mucho más de lo que aparenta. El valor especial de estas novelas queda oculto tras su longitud, despistando al lector y disuadiéndolo de encontrar las referencias  y relaciones tanto intertextuales como extratextuales que hacen del texto una joya literaria. Cervantes es un maestro de la crítica a su propia sociedad y a las creencias populares y religiosas sobre las que se erigía. Así, logra evadir la censura componiendo un relato aparentemente sencillo que, analizado correctamente, desvela ideas juiciosas sobre la sociedad de castas que predominó durante siglos en España. Una sociedad de castas que Américo Castro ("De la edad oscura") señala como responsable de la estancación de la cultura española durante los siglos XV, XVI y XVII. Estas dos novelas tienen tantas capas como lectores y análisis lo que hace de ellas grandes obras literarias.

Una de esas capas se conforma de la relación entre lo verosímil y lo inverosímil. Cervantes juega con el lector, intentando ver hasta dónde puede llegar la credulidad no sólo del lector sino de los propios personajes de la novela. De esta manera, Peralta se niega a aceptar que la historia de Campuzano haya ocurrido de verdad de la misma manera que Cipión reniega de su supuesto parentesco con la bruja Montiela. Todos los personajes cuentan y guían el relato de manera interesada lo que hace que el lector se halle en una especie de limbo: creer a Berganza y Campuzano o aceptar la versión de Cipión y Peralta. Cervantes se recrea en este juego literario que es sólo una pequeña parte de la complejidad de estas dos obras.

La simbología es otro de los elementos que aportan profundidad a las novelas, en particular al "Coloquio de los perros". La representación del cristiano viejo como un perro es una crítica que se esconde detrás de unas referencias díficiles de percibir si no se conoce adecuadamente el contexto histórico y la sociedad de la época. En efecto, para leer la novela y comprenderla en su totalidad hace falta sumergirse en la España del siglo XVII, conocer las costumbres, las ideas, etc. Esta es quizás una de las razones por las que el relato resulta arduo de leer, no por su complejidad lingüística sino por la aparente superficialidad de la narración de Berganza. La perspectiva anacrónica del lector actual nubla su comprensión haciendo de la novela una lectura aburrida y sinsentido.

Por otra parte, la estructura particular del coloquio es otra herramienta simbólica que Cervantes utiliza como vehículo para su crítica. Los tres ciclos de la novela se interconetan entre sí, pintando un retrato fidedigno de la sociedad del momento. La narración de Berganza saca a la luz la corrupción, las mentiras y la hipocresía de una casta que se decía "honrada" por naturaleza. El cristiano viejo se erigía por encima del cristiano nuevo, haciendo todo lo posible por distanciarse y ejercer su superioridad sobre las otras castas.  Cervantes es un genio de la crítica sutil. El uso de la simbología, la estructura del relato y el ejercicio literario en una misma novela construyen un relato profundo, lleno de entresijos y dobles sentidos.

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